Perdida en Amor

Xavier A. Figarella T. a un año de que dejaste la nave de tu cuerpo en esta vida 27-08-21

La etiqueta social de una persona que ha visto partir a un hermano/a o a una hija/o, no ha sido todavía creada por la humanidad. Me refiero a que un ser sin padre o madre se le llama huérfano y a una esposa/o sin pareja se le llama viuda/o, pero ¿Cómo se llama a un padre-madre que experimenta la partida física de su prole? ¿Cómo se le llama a una hermana/o que experimenta la partida de su hermano/a?. No hemos podido nombrar estas condiciones porque son muy dolorosas.

Cuando recibí la noticia de la partida física de mi hermano, sentí como si me cayera una piedra encima. Algo salió de mi cuerpo físico y quedé casi asfixiada, las piernas no me funcionaron y caí en el piso perdida, totalmente perdida.

Gracias a los brazos de las personas que estaban cerca, pude pararme y experimentar nuevamente una sensación punzante en todo el cuerpo, en particular en la cabeza, en la garganta y en el pecho. Ahora que recuerdo de nuevo la escena, recuerdo también que me observaba, que pude estar consciente de lo que estaba pasando sin perder el contacto con la situación tan dura que me estaba tocando y lo que venía: la de tener que contarle a mis padres la noticia.  Fui capaz de navegar este episodio con fortaleza gracias al regalo tan grande que mi Hermano me había dejado unos meses atrás, cuando estuve 11 días en el curso de Vipassana (una técnica de meditación ancestral que el Buddha dejó para la bendición de la humanidad); pude afianzar mi presencia en el centro de mi ser y observar todo el dolor, rabia y miedo que corría por mi cuerpo.

Cuando alguien me preguntaba quién era la persona que más amo en esta vida, sin duda contestaba: Mi Hermano. Él me enseñó el amor más íntimo y más tierno que jamás haya conocido. Se puede decir que yo era devota de mi hermano, porque no importaba lo que él hiciera o dejara de hacer, yo lo amaba sin límites. Tuve la inmensa fortuna de tener un hermano con el que disfruté la vida, con quién conversé horas, al que admiraba y me admiraba de vuelta. Fui muy afortunada de tener ese privilegio. 

Durante el proceso de duelo que he vivido, he podido observar la cantidad de AMOR que durante 40 años he sentido y siento por mi hermano y dada la naturaleza inesperada de su partida física, y las condiciones en las que pasaron los hechos, me pude confrontar con la realidad de que no es el cuerpo físico lo que nos une a los seres que amamos, es algo que no se ve y que nunca muere, lo que nos une ES AMOR. Una cosa es que te lo cuenten y otra que lo experimentes y mi Hermano me regalo la experiencia de seguir amando más allá de la muerte física, de darme cuenta que el AMOR que siento lo llevo yo y no depende del otro, y que puedo vivir amándolo sin esperar una llamada de vuelta, o un nuevo encuentro físico en esta vida. El amor no se detiene, el amor es infinito.

El amor que siento por mi hermano no se ha ido a ningún lado, de hecho, es ese amor es el que me ha llevado de la mano para acogerme con paciencia y dignidad en este profundo camino de transformación que estoy viviendo, y es ese mismo amor que me ha regalado la fuerza de publicar un libro y estar abierta a la gracia de recibir a un nuevo Maestro vivo, una petición que hice a la vida hace muchos años y que he recibido recientemente.

El hecho que me dejó perdida sin saber a dónde verter todo el amor que sentía, es el mismo que me hizo entrar en contacto con todas las partes de mi historia y descubrir la belleza de estar viva. En palabras de Buddha: entré en contacto con el silencio absoluto, con mi propia muerte, con mi propio sufrimiento, con la impermanencia del mundo material, y encontré la fuerza para atravesar los sótanos más oscuros de mis recuerdos, aceptarlos y recuperar mi inocencia.

La partida de mi hermano me devolvió la inocencia y me ayudó a comprender el nivel de amor que soy capaz de sentir, la fuerza que la devoción requiere y el deseo de experimentar la verdad última de la vida, que es la de sentirme plena y totalmente sostenida por la divinidad y el amor, que es lo que realmente somos. 

Esta canción que ha salido de mí y que hoy comparto, se la dedico al GURÚ. A mi Gurú vivo Sri Sri Ravi Shankar, a todos los maestros anteriores que me han traído de la mano hasta este momento, a mi Hermano, mi gran maestro del amor y a su maestro S. N. Goenka, y a mi Gurú interna a quien estoy aprendiendo a entregarme completamente, gracias a las enseñanzas y en las manos de mi Maestro. 

Para Uds. y para todos aquellos que aman: Guru of my Heart.